Bótox es el nombre comercial de una marca de toxina botulínica A (TBA) que se empezó a utilizar para tratar el estrabismo y el blefaroespasmo, debido a sus conocidos efectos sobre la contracción muscular. Al emplear esta sustancia para estos fines, se descubrió una mejora o desaparición de las arrugas perioculares. La TBA autorizada para fines estéticos, aun siendo la misma sustancia y pudiendo estar distribuida por el mismo fabricante del botox u otro, tiene otros nombres comerciales (vistabel, azzalure, bocouture).
La infiltración con TBA es el tratamiento médico estético más realizado en el mundo. No tiene periodo de convalecencia, es fácil de administrar, produce efectos duraderos y su seguridad ha sido probada durante décadas. Este neuromodulador realiza su acción en la unión neuromuscular, bloqueando la liberación de acetilcolina en la neurona presináptica. De este modo la TBA consigue debilitar la contracción muscular produciendo una parálisis flácida, mitigando o haciendo desaparecer las arrugas de expresión. La duración y magnitud de su efecto es extremadamente variable de un paciente a otro, pero en general suele manifestarse a los 3 días, máximo a las 3 semanas y dura unos 3 meses.
En el tercio superior de la cara su efecto es menor en hombres y en personas mayores de 65 años. Hay personas en las que no tiene ningún efecto, posiblemente debido a anticuerpos frente a la toxina de tipo A, pudiendo entonces usar la B. Esto podría explicar la disminución de su efecto (la mayoría de las veces insignificante) que se observa en algunos pacientes tras administraciones repetidas.
También hay que tener en cuenta que cuando las arrugas están muy marcadas en la dermis, la TBA puede disimularlas, pero no hacerlas desaparecer. En este último caso puede ser necesario recurrir al empleo de un relleno para tratarlas.
Las infiltraciones de TBA para uso estético, en sus diferentes presentaciones comerciales autorizadas para tal fin (vistabel, azzalure, bocouture) están indicadas para la mejoría temporal en el aspecto de líneas faciales superiores en adultos menores de 65 años, cuando la intensidad de estas líneas tiene un impacto psicológico importante para el paciente, como son:
- - Líneas verticales del entrecejo moderadas o graves producidas en fruncimiento máximo (líneas glabelares).
- - Líneas laterales periorbitales moderadas a graves producidas en máxima sonrisa (patas de gallo).
- - Líneas frontales horizontales moderadas a graves producidas en máxima contracción.
En cuanto al ácido hialurónico (AH), el AH es un polisacárido, altamente hidrofílico presente de forma natural en todas las células vivas. Esta molécula es capaz de retener 1000 veces su peso en agua. Hasta un 80% de los rellenos dérmicos que se emplean en el mundo toman como base el AH. Sus efectos son reversibles gracias a la hialuronidasa, una enzima presente en el organismo que se encarga de degradar el AH de forma continua y que se puede inyectar en el relleno para acelerar su degradación.
Gracias a los entrecruzamientos de las moléculas de AH, se consigue que este sea más resistente a la hialuronidasa presente en el organismo y son estos entrecruzamientos y la densidad de las diferentes presentaciones comerciales, las que nos van a dar las diferentes propiedades fisicoquímicas de estos compuestos y en función de ellas, los emplearemos para diferentes indicaciones. Sus efectos, en la mayoría de los casos, todavía se aprecian entre 6 y 12 meses después del tratamiento, habiendo algunos que puede durar hasta 2 años. Para que el procedimiento sea indoloro para el paciente, estos rellenos se infiltran tras la aplicación de anestesia tópica y/o local troncular. Los rellenos dérmicos se emplean para corregir una depresión, surco, cicatriz, arruga, mejorar el aspecto de la piel (hidratación, luminosidad, tersura) o aumentar el volumen de la zona inyectada como por ejemplo: labios, pómulos, surco nasogeniano, nariz (dorso, puente y punta nasal), ojeras, patas de gallo, sienes, lóbulo de la oreja, mentón, etc.